La vida consagrada es el don de Dios a la Iglesia, que elige y llama a unos pobres hombres y mujeres, para que con sus vidas, en un seguimiento auténtico de Cristo, nos griten a todos que vivir el Evangelio es posible. Su riesgo está en olvidarse de que es don de Dios convirtiéndose, como institución, en una empresa mundana, incapaz de entrar en el misterio del amor de Dios a los hombres. La vida consagrada, por fidelidad a su Señor, tiene que preguntarse hoy cuál va a ser su estilo concreto de vida que ayude a la nueva civilización, que va surgiendo de una manera acelerada, a realizarse según el plan de Dios. Esto quieren ser estas líneas, una búsqueda sincera, tratando de escuchar a Dios en el hoy de nuestra historia latinoamericana.
Breve reseña de la vida sacerdotal del Padre Enrique que hoy sigue caminando los patios de nuestro colegio….
Nació en Cádiz en 1935. Estudió en el Colegio Marianista San Felipe Neri de dicha ciudad. Profesó como religioso marianista en 1954. Estudió en la Universidad de Madrid en la que obtuvo una Licenciatura en Filosofía. Fue enviado como misionero a Argentina en 1958. Hizo la Licenciatura de Teología en Friburgo, Suiza, y fue ordenado sacerdote en 1966. Ha estado en las diversas comunidades de marianistas de Argentina y ha pasado sus últimos veinte años en Monte Quemado, en una obra muy cercana a los indígenas, hasta el cierre de aquella comunidad. En 2005 hizo un año sabático, misionando en Guatemala y ahora está de nuevo en Argentina, en el Colegio de 9 de Julio, donde durante tantos años sirvió al Reino de Dios en la Pastoral Juvenil Diocesana y en las aulas y los patios del colegio. Actualmente se desempeña como Capellán del Nivel Secundario y atiende pastoralmente la Capilla San Pedro – San Pablo y la Capilla San Antonio, ambas ubicadas en Ciudad Nueva.