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Compartimos las sentidas y testimoniales palabras realizadas por la Prof. Myriam Prestera en la formación con todo el alumnado del Nivel Secundario, con motivo de conmemorarse un nuevo aniversario de Malvinas.

«Cada año que se acerca a esta fecha: 2 de abril, se me viene a la memoria mi adolescencia. Había terminado la escuela secundaria, e iniciaba mi camino hacia estudios superiores. Y justamente ese día “el 2 de abril de 1982”, era mi primer día de cursada en la facultad.
Esa mañana, me desperté temprano, mi mamá me estaba esperando con el desayuno, y repentinamente escuchamos por la radio un comunicado del Estado Mayor Conjunto, actual gobierno, que como ustedes saben y se recordó el viernes pasado, era un gobierno que había accedido al poder por un golpe de Estado, conocido como la última dictadura cívico-militar, de nuestro país. Ese comunicado informaba al pueblo argentino que las tropas militares habían desembarcado para recuperar las Islas Malvinas que estaban ocupadas por Gran Bretaña desde 1832.
Fue una mezcla de sentimientos encontrados, sensación de asombro, sorpresa, inquietud, interrogantes, angustia, alegría y tristeza.
Todos hablábamos de este acontecimiento, en la facultad, en la calle, en los trabajos, en casa, donde los medios de comunicación jugaron un papel muy importante y de manipulación de información, haciéndonos creer que la guerra ya estaba ganada, provocando un apasionado fervor nacionalista.
Los días sucedieron, en un principio con esperanza de que las Malvinas sean recuperadas y definitivamente argentinas.
Con el transcurso del tiempo muchos nos dimos cuenta de la tragedia que se avecinaba.
Compañeros de la escuela secundaria estaban por desembarcar en las islas y luchar en el frente de batalla, cuando el año anterior habíamos estado de viaje de egresados en Bariloche. Si, aunque no lo crean, esos eran los soldados argentinos en su gran mayoría que participaron de esta guerra absurda, al mando de militares de carrera.
Quien hoy es mi esposo, reincorporado nuevamente al ejercito, al Grupo de Artillería 23 con asiento en la ciudad de Junín, donde había hecho el servicio militar obligatorio, debiendo dejar su trabajo y facultad de Buenos Aires.
Y como no recordar, ante estos hechos, la visita del Papa Juan Pablo II a nuestro país, que solo duro 31 horas, entre los días 11 y 12 de junio de 1982. Esta visita se debió, bajo el dramático apremio del cruel enfrentamiento, angustia y dolor, clamando por la paz, para evitar mayores daños, muertes y para que finalice la guerra. Convocando multitudes en la celebración de la Eucaristía en el Santuario de Lujan y en el barrio de Palermo en la ciudad de Buenos Aires. Cuatro horas más tarde de finalizada la última misa, el Papa emprendió el regreso a Roma y tres días después, el 14 de junio de 1982, se rendían las tropas argentinas en el Atlántico sur, siendo el saldo final el control de las Malvinas por el Reino Unido y la muerte de 649 soldados argentinos.
Por todo esto, hoy 36 años después, sigue presente en el sentir de cada argentino el reconocimiento por aquellos que dieron su vida en aquel suelo lejano pero jamás olvidado.
Jóvenes valientes, que comenzaban a vivir, sin vocación militar en su mayoría, pero con sentimiento patrio, pelearon la batalla más dura de sus vidas…que para algunos fue la última.
Hoy los corazones de todos los argentinos laten unidos al recordar aquellos que descansan en Darwin, el Cementerio Militar de Puerto Argentino.
Hoy 36 años después, sus familiares pudieron reconocer por primera vez a 90 de aquellos héroes, colocando una placa en su tumba, cuyos cuerpos fueron identificados el año pasado.
Y a los que regresaron y que nunca volvieron a vivir como antes de los inexplicables sucesos de 1982 y que aun luchan por superar el horror vivido.
Con profundo respeto, elevemos una oración por todos los que lucharon por devolvernos la soberanía sobre nuestras islas Malvinas».